La analogía equivocada

Una típica conversación en la que se habla de la interfaz de usuario de un cierto programa:

—El programa es simple de utilizar una vez que se comprende cómo funciona, lo que sucede es que la gente no lee el maldito manual…

—¿Porqué debería leerlo?— Respondió mi interlocutor —La computación está aquí para hacer las cosas más simples, no más complicadas. Una interfaz de usuario que no sea intuitiva, que no se pueda usar al primer intento simplemente está mal diseñada. Después de todo— agregó, con el gesto inequívoco típico de quien está por caer en un lugar común —uno no necesita saber cómo funciona un motor de combustión interna para poder guiar un automóvil…

—Es cierto que no se necesita saber cómo funciona el motor— respondí —Pero también es cierto que se necesitan algunos conocimientos previos: debes conocer todas las reglas de tránsito, debes saber para qué sirven el manubrio, los pedales, la palanca de cambios. Debes conocer cómo activar las luces y cuándo, cómo se utiliza el cinturón de seguridad y porqué. Debes saber que no puedes conducir ebrio o hablando por el celular. Debes saber que el auto necesita combustible y darte cuenta cuál y cuándo. Debes cambiar el aceite periódicamente o al menos pagar a alguien para que lo haga. Debes estar preparado para cambiar un neumático bajo y no olvidarte que si hay niebla debes bajar la velocidad… Debes saber muchas cosas antes de sentarte a la guía de un vehículo. De hecho, ¡debes estudiar y practicar durante meses para rendir correctamente dos exámenes antes que te puedan dar la licencia de conducir! Con el software es lo mismo: ciertamente no necesitas saber cómo funciona el kernel de Linux o qué hacen las librerías de tu entorno de escritorio (ni idea tengo al respecto), ni siquiera debes saber una sola línea de código de programación ¡pero ciertamente debes saber cómo trabaja la herramienta que pretendes usar antes de lograr algo útil con ella! Cualquier menú, cualquier barra de herramientas, botón, etcétera son como los pedales y la palanca de cambios del automóvil de tu ejemplo, mientras que el paradigma que utiliza el procesador de texto para trabajar (formato directo o estilos, flujo de contenido u orientación a la página…) es el equivalente a las leyes de tránsito que debe conocer (¡y respetar!) tu automovilista tranquilo…

Mi interlocutor quedó en completo silencio durante varios segundos con un gesto también inequívoco, pero diferente al anterior. Intentó luego una pequeña tos al desviar la mirada y balbuceó un par de frases inconexas para finalmente intentar un cambio de tema de conversación.

Y eso, pensé en su momento, que no llegamos a tocar el tema de lo absurdo que es utilizar la palabra «intuitivo» para algo relacionado con una interfaz de usuario…

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Un comentario en “La analogía equivocada

  1. Je, yo mismo he enfrentado esa misma analogía, y me recuerda mucho a la analogía del «747 definitivo» de Dawkins xd

    Salud!!

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